‘Don Gato’: el dibujo animado que fracasó en EEUU y se volvió un fenómeno en México

Contemporánea de otros grandes éxitos del estudio Hanna-Barbera como fueron ‘Los Picapiedra’, ‘Los Supersónicos’, ‘La hormiga atómica’, ‘Huckleberry Hound’, ‘El Oso Yogi’ y otros personajes memorables, ‘Don Gato y su pandilla’ fue una serie animada que se estrenó en el prime-time estadounidense en 1961, pero a diferencia de ‘Los Picapiedra’ (que duró 6 temporadas), no tuvo éxito con el público adulto y fue cancelada su producción después de una temporada.

Sin embargo, nadie imaginó que, al llegar a México en 1966, la serie de 30 episodios se convertiría en un fenómeno de popularidad tan grande, que continúa vigente aún hoy en día. ¿Por qué? ¿Cómo fue que una serie que no pegó en su mercado original sería un éxito aplastante al sur de la frontera?

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Podríamos decir que el clamoroso (¡y perdurable!) éxito de ‘Don Gato’ en México se asentó en dos factores: primero, el extraordinario trabajo de doblaje (traducción y adaptación del guion a otro idioma y códigos culturales, con actores de voz) que convirtió a los gatos en personajes completamente mexicanos (pese a que la serie estaba ambientada en New York), con quienes la audiencia podía identificarse de inmediato; cosa que sucedió con gran éxito.

El segundo factor, que resulta muy interesante, es la condición de pobreza extrema de los gatos que hizo que fuesen especialmente atractivos para el público mexicano: su deseo — especialmente de Don Gato, que tiene gustos glamorosos y caros, por lo que siempre tiene un plan — para salir de la marginalización (representada por el callejón en el que habitan), aunque casi nunca se salen con la suya y tienen que tratar de escapar de la ley y el orden, que encarna el oficial de policía Carlitos Matute, al que siempre hacen objeto de sus bromas pesadas o de sus trucos para obtener comida gratis.

Los actores que prestaron sus voces al español — Julio Lucena, una gran figura del teatro musical, como Don Gato, Víctor Alcocer como Matute (este actor posteriormente sería la voz oficial en español de Telly Savalas en la legendaria serie ‘Kojak’) y sobre todo, el formidable Jorge Arvizu ‘El Tata’, un extraordinario actor que hacía la voz de Benito Bodoque (astutamente cambiando al personaje de ser un gato adulto de pocas luces a ser un gatito con apetito permanente, lo que lo volvió entrañable).

Estos talentos conjuntos — Arvizu, prodigio de prodigios, hacía no solo la voz de Benito, sino también la de Cucho, que tenía un marcado acento yucateco, y la de Panza, que seseaba como si fuera español — y con la colaboración de Rubén Arvizu (hermano de Jorge) como adaptador, hicieron que la serie tuviera un éxito inmediato y se convirtiera en un clásico instantáneo.

Como muchos otros programas de Hanna-Barbera, sus series animadas estaban inspiradas en series de comedia de situación interpretadas por humanos; ‘Los Picapiedra’ estaban basados en ‘The Honeymooners’ y ‘Yo amo a Lucy’, mientras que en el caso de ‘Don Gato’ fue ‘The Phil Silvers Show’ de donde surgió el personaje del Sargento Bilko, incansable pícaro creador de disparatadas trampas y trucos para hacerse rico rápidamente, también usaba su astucia para proteger a sus compañeros del regimiento de la ira del Coronel, generando toda clase de ocasiones cómicas.

Sin embargo, la adaptación y doblaje contribuyeron a cambiar todo el sentido del programa, que en EEUU no funcionó tanto como ‘Los Picapiedra’ porque no tenía humor visual, sino que dependía del ingenio de los diálogos y de esto tomó mano Rubén para utilizar el ingenio mexicano, alcanzando una característica única: de hecho, al traducir el título de ‘Top Cat’ como ‘Don Gato y su pandilla’ se eleva a la pandilla al nivel protagónico y esto es muy significativo: en inglés, “top” significa la parte superior de una jerarquía, mientras que “don” refiere a una persona de honor, que merece respeto.

Así, en la versión en español, el personaje de Don Gato se asume como una especie de mentor o bien, de una (a veces irresponsable) figura paterna. Esto se ve en la interrelación que se da con el personaje de Benito Bodoque, al que como mencionaba, se cambia de un aprendiz de estafador, por un niño cándido e inocente de apetito insaciable.

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De todos los personajes, éste llego a ser el más popular y querido por los mexicanos — al punto que, hasta el actual presidente de la nación lo incorporó (sin pedir permiso, por cierto) en un clip en una de sus habituales conferencias matutinas, solo que sin doblaje de Arvizu, ya que éste murió en 2014— y es seguido muy de cerca por Cucho, cuyos líos de amores salpicaban las pintorescas aventuras de los gatos.

A pesar de que el ambiente visual de ‘Don Gato y su pandilla’ seguía siendo claramente estadounidense, los chistes, juegos de palabras, y alusiones culturales referían al contexto regional de México en los años 60: el ambiente urbano, comparado con el de ‘Los Picapiedra’ es muy específico y real:

El guion adaptado retuvo referencias a New York, sin embargo, permitieron al público mexicano encontrar fáciles de aceptar las referencias que establecían la acción en los EEUU; gracias a las constantes referencias sobre la cultura mexicana (mucha gente sigue preguntándose que es el Chocolomo, por ejemplo) esparcidas en el diálogo, y a los reconocibles acentos y entonaciones de voz, los rasgos específicos de la ciudad de la metrópoli pasaron a segundo plano.

En la versión doblada, Manhattan se percibe como una ciudad cosmopolita comparable con la Ciudad de México. Por lo tanto, en este período de crecimiento y modernización del país (1964-1970) cuando la ola de inmigración ilegal a los EEUU aún no había comenzado, los acentos de los personajes se habrían entendido como una referencia a la migración de campesinos y provincianos como ‘Braseros’ hacia dicha ciudad. Esto ayuda a explicar por qué, a pesar de la específica localización, la serie se convirtió en un éxito fundamental en la cultura pop mexicana y sigue siéndolo.

En 2011, para conmemorar los 50 años de la serie, en asociación con Warner Bros (actuales dueños de los personajes), el estudio mexicano Ánima y los argentinos Illusion Studios, creó un largometraje basado en la serie.

A petición de Warner Bros, el guion fue escrito por autores estadounidenses, pero la película contó con la voz de Jorge Arvizu como Benito Bodoque y Cucho, mientras que Rubén nuevamente tradujo y adaptó el guion para que el tono de los chistes y modismos fueran consistentes con aquellos que el público mexicano recordaba. No obstante, las condiciones socio-políticas entre México y su vecino del norte habían cambiado drásticamente: la migración de latinos a los EEUU sin duda aportó matices diferentes, y la película, aunque se considera un excelente ejemplo de ‘Fan Service’ (complacer a los fanáticos), no tuvo la acogida esperada. Una ‘precuela’ de 2015, pasó sin pena ni gloria, siendo tristemente la última actuación en doblaje del legendario Arvizu.

Mas esto no es obstáculo para que los personajes sigan siendo entrañables y que los 30 episodios originales —lanzados en Home Media en 2005 con gran éxito — sigan retransmitiéndose y que las referencias y diálogos: «Sufro, su-su-fro, sufro», «El hábil y conspicuo ladrón internacional de joyas», «Laszlo Loszla», «Melosa Melón», «Pizza de Chocolomo», «Arabela, qué caballo», etcétera, sigan existiendo en el vocabulario coloquial mexicano, como rastro de algo entrañable que sigue causando furor, a 60 años de su estreno.