Entre adaptaciones de las cintas originales y las secuelas, traslaciones de las novelas del universo extendido, series que no se basan en nada y que exploran el cosmos de Star Wars desde los tiempos de la vieja República, cabeceras centradas en abundar en las vidas de personajes de sobra conocidos por todos, miradas a estados primitivos de las ideas de Lucas y colecciones que han discurrido por senderos poco atractivos…
Es evidente que el universo Star Wars en viñetas es tanto o más apasionante que su contrapartida en fotogramas.
Cualquiera que haya ahondado alguna vez en la historia de cómo ‘Star War’ llegó a ser ‘Star Wars’ sabrá que el libreto original de George Lucas pasó por mil y un estadios diferentes antes de tener la forma definitiva del filme que vimos hace ya cuarenta años. Y, claro está, con un mundillo editorial —el estadounidense— siempre pendiente entre Dark Horse y Marvel a ofrecer a sus lectores nuevos estímulos galácticos, era cuestión de tiempo que aquellos primitivos tratamientos encontraran su forma en página impresa.
Refundiendo en un único documento todas las ideas dispersas que Lucas repartió aquí y allá, J.W. Rinzler a los guiones y un espectacular Mike Mayhew a los lápices dejan claro que si muchas eran las concomitancias entre la ‘Star Wars’ original y la que finalmente llego a los cines, muchísimas más eran las que acercaban a aquellos primeros pasos en la galaxia muy, muy lejana a un típico producto pulp de ciencia-ficción muy influenciado por ‘Flash Gordon’ o la cultura japonesa. Como curiosidad, vale la pena; ¿calidad intrínseca? no pasa del notable bajo.
Los cómics de Star Wars salvaron a Marvel. O al menos lo hicieron, desde el punto de vista financiero, entre 1977 y 1978, cuando el fenómeno de la película se extendió como la pólvora por el territorio estadounidense y aquellos primigenios frikis que fueron la generación que se dejó cautivar por el imaginario de Lucas acudió en masa a los quioscos para adquirir los ejemplares de una serie que arrancaba un mes antes del estreno en mayo del 77 de ‘Una nueva esperanza’.
Permaneciendo de forma ininterrumpida en La Casa de las Ideas hasta 1987, esta primera estancia de Star Wars en el seno de la major yanqui arrancaba con una adaptación en seis números de mano del mítico Roy Thomas y de Howard Chaykin de lo que años más tarde vendría en llamarse el Episodio IV, una adaptación que, obviamente, partía del guión y que, como después pasaría con las correspondientes a ‘El imperio contraataca’ y a ‘El retorno del jedi’, devendrán en puntos álgidos dentro del transitar de la serie por ofrecer pequeñas diferencias con lo que vimos en cine.
De la inmensidad que conforman los 107 números restantes —más tres anuales o, por ejemplo, los catorce ejemplares destinados a adaptar la serie de animación de los ‘Ewoks’— resulta casi imposible destacar arcos o etapas concretas debido a lo regular de un conjunto que rara vez encontró voces o lápices que la hicieran destacar por encima de la media. Acaso, para completistas del artista británico, cabría aquí referenciar los pocos números en los que Alan Davis holló en la cabecera, recogidos hace poco por un muy interesante volumen publicado por Planeta Cómic.
Protagonizados por los héroes de las películas, cualquier acercamiento a los cómics Marvel de aquella primera época deja claro que la política de la editorial sigue de manera más o menos fiel el «si no está roto, ¿por qué arreglarlo?» —una política que, mantenida incólume hasta nuestros días, es la que la ha llevado al actual estado de insulsez extrema en el que navega—. Dicho de otra manera, que no eran muchas las intenciones de arriesgar cuando, en el mundo de la literatura, el universo expandido ofrecía ideas que pedían a gritos ser trasladadas a viñetas.
Uno de esos gritos fue el que oyó el editor jefe de Dark Horse tan temprano como en 1989 cuando la editorial del caballo negro se propuso hacer historia de los cómics al arrancar —sin saber que lo estaban haciendo— mediante la adaptación de Tom Veitch y Cam Kennedy de ‘Imperio Oscuro’ con la franquicia que estaba llamada a convertirse en la más rentable del largo recorrido de la compañía. Una franquicia que mantendrían durante más de veinticinco años y que serviría a Dark Horse para poner en circulación algunos de los títulos más memorables de ‘Star Wars’ en viñetas.
Con la citada ‘Imperio Oscuro’ —la trilogía al completo es genial— a la cabeza, otros instantes imprescindibles dentro del vasto cosmos que Dark Horse publicará a lo largo de los lustros son la adaptación de ‘Heredero del imperio’ de Timothy Zahn, algunas de las historias aparecidas en ‘Dawn of the Jedi’ y ‘Old Republic’ y, siendo muy específicos, dos miniseries que, auspiciadas por la trilogía de las precuelas ofrecían, de la mano de nuestro Ramon Bachs, sendas miradas a Jango Fett y al enfrentamiento entre un Jedi y un Sith primero amigos y después encarnizados rivales.
Creo que nadie estaría siendo muy honesto si afirmara a pie juntillas que la noticia de adquisición de Lucasfilm por parte de Disney no le pilló a calzón bajado: operación multimillonaria que puso momentáneamente del revés la industria cinematográfica, que el titán que ya es la casa de Mickey Mouse se hiciera con los derechos de la franquicia más rentable de la historia del cine sólo podía suponer una cosa si a los cómics habíamos de referirnos, el fin de la era Dark Horse.
Con Marvel también bajo su enorme brazo, era evidente que el pequeño sello que había mantenido la calidad del discurrir de ‘Star Wars’ en viñetas durante casi veinticinco años poco podía hacer ante la firme voluntad de Disney de que las aventuras de Luke y cía. volvieran a la Casa de las Ideas después de cinco lustros fuera de ella. Además, el momento elegido parecía el más propicio por cuanto, coincidiendo con el lanzamiento de las tres nuevas series anunciadas para la ocasión, Marvel arrancaba la publicación de su último gran evento, las nuevas ‘Secret Wars’.
Dominando pues el panorama editorial por encima de una DC que no daba pie con bola con los últimos latidos de ese experimento fallido que fueron Las Nuevas 52, el arranque de ‘Star Wars’, situada entre el episodio IV y el episodio V y con los personajes de siempre, no podría haber tenido dos mejores padrinos: Jason Aaron y John Cassaday insuflan genial vida a los primeros números de la singladura de una cabecera que aún irá a mejor cuando el dibujante de ‘Planetary’ ceda el puesto al gran Stuart Immonen.
Al tiempo, una serie centrada en Darth Vader —y dibujada por nuestro incombustible Salva Larroca— y una mini centrada en la Princesa Leia son leños suficientes para que el fuego de Star Wars vuelva a arder con fuerza en un año que culminará con el estreno del Episodio VII y la fiebre por la galaxia lejana contagiando a nuevas generaciones deseosas de saber qué diantres es eso que lleva volviendo majaretas a sus padres desde hace casi cuarenta años.
Desafortunadamente, salvo el primer año, año y medio, de la colección central, y un par de proyectos de breve duración —muy recomendable es la historia con Obi-Wan y Anakin de protagonistas así como el arranque de la serie centrada en Kanan, del que volveremos a hablar en pocos días— el cansancio de fórmulas que acusa Marvel en su inmensa mayoría en la actualidad comienza a afectar a un discurrir mensual que empieza a antojarse difuso, poco interesante y muy, muy acomodaticio.
Esto último, que sin lugar a dudas es una de las principales quejas de sus detractores hacia todo lo que está tocado por el sello Disney, es lo que hace plantearnos ese futuro incierto para con ‘Star Wars’ en los cómics, no tanto por dudar de su presencia en la página impresa —mientras haya películas de ‘La guerra de las galaxias’ habrá cómics de ‘La guerra de las galaxias’, de eso que no os quepa duda— sino por cuestionarnos, y cuestionarnos mucho, la calidad y el interés real que se podrá depositar en ellos.
Mi yo más cínico se inclina a pensar que uno y otro serán limitados cuando no nulos y que, por lo que a servidor respecta, pueden contar con un lector menos. Mi lado más romántico espera que, de la misma manera que todo parece apuntar a un renacimiento de la franquicia de manos de Rian Johnson, alguna mente pensante espabilada de Marvel dé con la idea que le hace falta a los cómics para volver a conquistarnos y que las viñetas de la galaxia muy, muy lejana se hagan de nuevo un huequecito en nuestros corazones. Sea como sea… que la fuerza os acompañe.
Fuente: Stimoff