En primer lugar, RetroArch no es un emulador en sí, sino una base de software donde podemos cargar diferentes emuladores y roms. Es multiplataforma, y tiene versiones instalables en Windows, GNU/Linux, macOS, Android e iOS, pero también en otras consolas como las PlayStation 3, Vita y PSP o las Nintendo Wii, Xbox, Xbox 360, GameCube y 3DS.
Con él podrás cargar emuladores de prácticamente cualquier consola clásica que se te ocurra. Por ejemplo, en su catálogo te encontrarás con emuladores para Atari, MAME, DOS, Game Boy, Game Boy Advance, NES, Nintendo 64, Nintendo DS, PlayStation, PSP, ScummVM, Sega Master System, Mega Drive, Mega CD, Saturn, Super Nintendo o ZX Spectrum entre otros.
Entre sus principales características está que es compatible con prácticamente cualquier gamepad USB, cuyos botones por cierto te permite configurar y que te permite guardar la partida en cualquier momento y punto del juego. También puedes realizar múltiples ajustes en la configuración de vídeo, grabar tus partidas para subirlas a cualquier sitio o jugar online con tus amigos.
RetroArch es el frontend oficial de referencia de LibRETRO, una sencilla API que permite la creación de juegos y emuladores. Es un potente sistema modular con unos núcleos que cargan cada emulador, algo que se puede hacer online desde el propio programa sin tocar nada más, y de él se alimentan proyectos como LaKKa o RetroPie.
¿Cómo se configura RetroArch?
En primer lugar tienes que ir a su página de descargas, donde encontrarás las últimas versiones que han ido saliendo y las diferentes plataformas en las que se puede instalar. Verás que no hay ninguna carpeta de Linux, porque como avisan en las notas de la versión 1.3.0 cada distro debería tener en su tienda de aplicaciones una versión adaptada.
Los archivos que te descargas estarán en formato 7z, por lo que necesitarás 7-Zip u otras aplicaciones de descompresión compatibles. No hay que instalar nada, o sea que cuando descomprimas la carpeta RetroArch asegúrate de alojarla en la dirección que quieras desde el principio, por ejemplo, en C:\Program Files\RetroArch.
A continuación busca y ejecuta el programa retroarch.exe para abrirlo. Podrás navegar por su menú utilizando las flechas de dirección del teclado, la tecla X para seleccionar las opciones y la Z para retroceder. También soporta una buena cantidad de gamepads USB desde el minuto cero, incluidos los de Xbox o PS4.
Si esta combinación no te convence, lo primero que deberías hacer es configurar los controles a tu gusto. Para eso ve a ‘Settings’, el segundo icono del menú empezando de la izquierda, y desde allí ve a ‘Imput’, ‘Imput User 1 Binds’ y ‘User 1 Bind All’. Al hacerlo te irán apareciendo sobre la pantalla los nombres de cada acción y sólo tendrás que pulsar la tecla con la que quieras hacerla. Aunque también podrás configurar cada botón de forma independiente.
El segundo paso es el de cargar el core o el emulador que vayas a utilizar. Para ello ve al menú principal o ‘Main Menu’ y elige la opción ‘Online Updater’. En ella ve a ‘Core Updater’, y ahí sólo tienes que cargar uno de los diferentes emuladores disponibles. Cada uno tiene sus propias características incluso siendo de la misma consola, algunos especiales para equipos poco potentes y otros que buscan un mayor rendimiento, o sea que tómate tu tiempo para ir probándolos todos.
Una vez elegido el emulador le das a seleccionar y se te descargará automáticamente. Ya estás preparado para jugar a esa ROM que te has descargado, sólo tienes que volver al menú principal y elegir la opción ‘Load Content’, y en ella elige ‘Select File And Detect Core’ para elegir la ROM y que RetroArch detecte automáticamente el emulador apropiado para cada juego.
Y ya está, con esto ya podrás jugar al juego que quieras de la consola que prefieras. Sin embargo, si eres de los que te gusta enredar puedes ir a la configuración ‘Settings’ y pasearte por las opciones de vídeo o audio para personalizar a tu gusto la experiencia de este emulador. También puedes configurar las opciones de red, los trucos de los juegos o la interfaz.
Lo bueno y lo no tan bueno
A
unque en un principio todos los pasos previos que hay que dar puede que te echen un poco para atrás, una vez memoricemos el proceso de carga del emulador y cómo cargar los juegos esta dificultad desaparecerá. Entonces ya sólo te quedará disfrutar de uno de los emuladores más completos que te puedas instalar.
Pero claro, si lo que quieres es uno extremadamente sencillo para que hasta tu abuela se pueda echar unas partidas al Mario quizá RetroArch se te quede un poco grande. Es su gran pega, lo mucho que puede intimidad su ingente cantidad de menús y configuraciones. Si este es el caso mejor será que vuelvas a alguno de los emuladores más básicos.
RetroArch lleva varios años desarrollándose, mantiene un ritmo constante de actualizaciones e incluso publica las builds inestables para los más cagaprisas. Esto quiere decir que con el tiempo irá añadiendo aún más mejoras por si echases de menos alguna. Además, el que sea multiplataforma y que incluso haya forks destinados a la Raspberry Pi es una ventaja notable con respecto a otros emuladores que no gozan de este ecosistema.
Fuente: Genbeta