Adolfo Rodríguez Molina hace los personajes a lápiz, sin nada de tecnología. Y cuenta que no sabe ni usar un mouse.
Adolfo en su taller, trabajando con su lápiz.
Valor, fuerza y mucha alegría. Son tres palabras que definen a Adolfo Rodríguez Molina, quien a los 85 años sigue trabajando como dibujante y docente tal como lo hace desde joven.
“Nací en San Juan y en el ‘44 hubo un terremoto muy grande que dejó devastada la ciudad. Lo primero que dibujé, como autodidacta, fue a Sarmiento. Lo hice en carbón en una pared de una bodega derrumbada. Ahí me contactaron de una radio para hacerme un reportaje pero yo era adolescente y no les di mucha bola. Unos años después empecé a estudiar y me perfeccioné como profesional. Vine a Buenos Aires directamente a trabajar”, cuenta el vecino de Virreyes sobre sus comienzos.
Su experiencia en su paso por agencias de publicidad, trabajos en cine y gráfica y dibujando para el exterior, la transmite todas las semanas en tres colegios de zona Norte: el San Pablo de Virreyes, la primaria Manuel Belgrano de San Fernando y el San Martín de Porres. Además, da clases en un centro cultural y a alumnos particulares en su casa.
“Una palmada en el hombro vale mucho más de lo que te puedan pagar. De los colegios me encanta que tienen ese olor característico de cuando le sacás punta al lápiz”, expresa.
El vecino de San Fernando, quien vive con una perra chihuahua y una tortuga, no reniega de la tecnología aunque no la usa y prefiere seguir trabajando a mano.
“Me gusta usar el lápiz y la goma. Tengo las manos impecables porque son mi herramienta de trabajo, nadie me cree que lo que hago sale exclusivamente de ellas. Todo el mundo me pregunta cómo serían mis dibujos si los hiciera en computadora pero la realidad es que no sé ni cómo se usa el mouse. Igualmente a mis alumnos les permito llevar la tablet, a mí me facilita el trabajo y les corrijo sus dibujos desde ahí, porque sé que no puedo ir contra eso”, admite quien también hace retratos, en tela o corcho, en gran escala para eventos.
También es común encontrar superhéroes por toda su casa. Es que, además de enseñar manga y animé a los más chicos y haberse hecho muy conocedor del género, desde hace años colabora con Marvel dibujando a sus figuras emblemáticas.
“Viví en Perú muchos años, me fui cuando estaban los militares porque la cosa estaba muy embromada. Ahí logré contactarme con un representante de Marvel en México. Mandé una prueba, me hicieron algunas correcciones, volví a mandar corrigiendo lo que me habían marcado y me tomaron. A veces miro sus películas para ver cómo evolucionan los personajes”, cuenta.
A pesar del entusiasmo y la vitalidad que lo caracteriza, Adolfo reconoce que sería correcto dejar de tener la agenda tan llena.
“Hace un año y medio me operé de cataratas, la vista no me responde como antes. Además, ya no me da el cuero para tantas cosas y en el interior tengo ganas de gozar de mis tres hijos y mis nietos”, asegura, pero agrega convencido: “Igual sé que me la voy a pasar dibujando en mi casa, es lo mío”.
Fuente: Clarin