Romain Hugault, con guión del infalible Yann, lo ha vuelto a hacer. Nos ofrece ahora un muy bien documentado periplo por un escenario bélico poco conocido, en el que cumplieron con su deber unidades que han pasado desapercibidas con el paso del tiempo.
El leer obras dibujadas por Romain Hugault siempre es un placer, sobre todo si van acompañadas por guión de Yann, y si a eso se le añade el ser un incondicional de la Historia bélica como quien esto escribe, más aún. Tengo el placer de tener todo lo que se ha editado en España de este fantástico dibujante hasta ahora: “El gran duque”, “Más allá de las nubes”, “El último vuelo” y “El piloto del Edelweiss”. Todos con guión de Yann salvo “El últmo vuelo” (íntegramente desarrollado por Hugault) y “Más allá de las nubes” (con guión de Hautiére). En contrapartida, Yann desarrolló, en cooperación con Juilard otro referente dentro de los cómics dedicados a la Historia de la guerra aérea: “Mezek”.
Pero vamos a lo que nos ocupa, que es reseñar “Angel Wings 1. Burma Banshees”. La historia que nos plantea es arriesgada y original –y he repetido muchas veces que me gustan las propuestas valientes-, pues se centra en sendos aspectos muy poco conocidos de la Historia de la aviación de guerra durante la Segunda Guerra Mundial: el papel del W.A.S.P. (Women Airforce Service Pilots) y el 89º escuadrón de cazas (89th Fighter Squadron), asignado al 80º Grupo de caza (80th Fighter Group) conocido como los “Burma Banshees” y destinados en Burma (Birmania, actual Myanmar) para proporcionar cobertura aérea en el teatro de operaciones indio y chino. Porque sí, amigos míos: hubo elementos americanos implicados en la defensa y apoyo del ejército nacionalista chino, pero eso es otra historia. Sigamos centrados en ésta.
Angel WingsEl W.A.S.P. (Servicio de pilotos auxiliares femeninos de la Fuerza Aérea) era una organización aérea paramilitar que utilizaba a mujeres piloto con licencia de aviación civil para que, a los mandos de aviones militares de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, ejercieran labores de apoyo de transporte y enlace con el objeto de que liberasen a los pilotos varones para que se dedicasen a las labores de combate en primera línea. Más de un millar de aguerridas mujeres se alistaron para desempeñar este, a menudo, peligroso servicio con un desempeño digno de elogio y tardíamente reconocido en los años 1977, en el que se les concedió el estado de “veteranos”, y en el reciente 2009, en el que les fue concedida la Medalla de Oro del Congreso de los EEUU.
Y la protagonista es una de esas mujeres del W.A.S.P.: Angela McCloud, una mujer de armas tomar que es destinada al aeródromo de Camp Malir (cerca de Karachi, Pakistán) con objeto de llevas un valioso cargamento siguiendo la ruta de “La joroba” (hablaremos de ella más adelante) hasta Kunming (capital de la provincia de Yunnan, en China), centro militar de lo que restaba del ejército nacionalista chino y que también servía como base de los “Flying Tigers”, unidad aérea (tres escuadrones de caza) de voluntarios estadounidenses que volaban aparatos americanos P-40 al servicio de los chinos. La ciudad era también el destino de los vuelos de suministro de la ruta de Burma (o ruta de “La joroba”) que es, precisamente, la que nuestra protagonista debe seguir.
Angel WingsPero, además de llevar su cargamento a la ciudad china, habrá de llevar a cabo una misión secundaria relacionada con la investigación de una serie de indeterminadas anomalías en la ruta. Esta mujer demuestra sus redaños al tratar con el machismo imperante en sus colegas combatientes y el buen desempeño durante su vuelo.
Lamentablemente, su aparato resulta dañado a causa de ser atacado por aviones japoneses y ha de aterrizar en el aeródromo de Dumbastapur (que, efectivamente, existió, y en el que se creó un curioso club en 1943: el “THE DUMBASTAPUR CLUB CHARTER») por sugerencia del teniente de vuelo Robbins Clower, del 89º escuadrón de caza de los “Burma Banshees”, que viajará con ella haciendo “avión-stop”. Allí habrá de lidiar con la compañía masculina y las carencias logísticas de la base mientras repara la avería de su aparato y hace recuento de las bajas sufridas entre su mercancía. Allí será testigo de las incursiones aéreas japonesas y hará buen uso de su experiencia acumulada.
Y vamos ahora a lo que más me gusta: desmenuzar todas las referencias históricas. Y vamos a comenzar hablando de los aparatos: todos están representados con minuciosa exactitud. Tanto los Nakajima Ki-27 “Nate”, operativo desde 1937 y armado con dos ametralladoras tipo 89 de 7,70 mm –reconocible por su característico tren de aterrizaje fijo-, como el precioso y estilizado Nakajima Ki-43 Hayabusa (llamado “Oscar” por las fuerzas aliadas) con ese morro característico debido al motor radial Nakajima HA-115 “Sakae” (“gloria”, en japonés) de 14 cilindros y 1116 CV, así como al montaje en la parte superior del motor de sus dos ametralladoras Ho-103 de 12,7 mm; así como el bombardero pesado (aunque la concepción “pesado” japonesa difiere de la occidental, dado que estaba propulsado por dos motores y tenía capacidad “sólo” para 1000 kg de bombas) Mitsubishi Ki-21 “Sally” reconocibles por su característica jiba. ¿Y qué decir de los aparatos americanos?
Angel WingsAtentos a la minuciosa representación del “Nose Art” de los Burma Banshees, así como de la recreación de sus aparatos Curtiss P-40 Warhawk dotados de potentes motores V12 Allison V-1710-39 de refrigerante líquido y seis ametralladoras Browning M2 de 12,7 mm –que veremos fielmente representadas escupiendo fuego y a las que en un momento dado el teniente Clower se refiere expresamente (página 14, para los despistados) -¡Que no se me olvide! El detalle de la instalación de las sirenas de picado en los P-40 de los “Burma Banshees” es histórico-.
Y, desde aquí hablaremos de los conocidísimos Douglas C-47 “Dakota”, versátil y seguro avión de transporte que ha prestado servicio a lo largo y ancho del mundo y que es mundialmente conocido por haber sido el responsable del puente aéreo que abasteció a Berlín occidental en los primeros momentos de la Guerra Fría. Este es el avión que pilota Ángela McCloud, y le veremos hasta los entresijos (del avión, gente de mente sucia), empezando por el motor radial de 14 cilindros Pratt & Whitney R-1830 Twin Wasp (página 36). No nos dejemos los papeles secundarios de la avioneta de observación y enlace Taylorcraft L-2 Grasshopper y del transporte Curtiss C-46 “Whale” Commando reconocible por su peculiar “abombamiento” ventral. ¡Por cierto! En él viaja alguien inesperado para los valientes pilotos del 89.
Pero esos no son los únicos detalles históricos que vamos a encontrarnos. Y no me voy a entretener a detallar la uniformidad –que os adelanto que resulta impecable-, sino varios detalles poco conocidos y muy bien representados. En primer lugar hablaremos de los distintivos del W.A.S.P.: en la página 8, Angela luce la insignia del W.A.S.P. en la parte izquierda de su pecho –una insignia diseñada por Florence Reynolds (aquí en una foto más reciente), una de las aguerridas mujeres de este servicio- ; mientras que en su mono de faena (página 5) muestra en la parte derecha de su pecho el parche con la mascota del servicio, una simpática figura alada llamada “Fifinella” , el nombre que se le daba a las muchachas gremlin (entendidos como los traviesos seres faéricos culpables de las averías mecánicas creados por Roald Dahl), y que fue diseñada por el mismísimo Walt Disney, que dio el permiso para que fuese utilizado como mascota oficial. ¡Por cierto! Atento al uso del nombre “Fifinella” para referirse a las pilotos del W.A.S.P. Un sutil detalle que pasará desapercibido para muchos que desconozcan lo indicado anteriormente.
Angel WingsPasemos ahora a comentar los distintivos y detalles de los pilotos de combate: veremos los emblemas del 80º y del 89º escuadrones de caza , así como el distintivo de unidad y el parche del CBI (China-Burma-India) , nombre que se le daba a la demarcación geográfica de este poco conocido teatro de operaciones. Y vamos a hablar ahora de dos detalles muy poco conocidos que no han pasado desapercibidos a la vista y conocimiento de Romain Hugault: el “Blood Chit” y el “Short Snorter”. Vamos a ver qué es lo que son.
El “Blood chit” en este contexto consistía en una bandera de tela (en este caso, de la China Nacionalista con una leyenda en chino (obviamente, los pilotos desconocían el idioma) en la que se ofrecía una recompensa para todo aquel que ayudase al piloto extraviado o derribado a regresar a sus líneas. Los pilotos, normalmente, lo llevaban cosido en su chaqueta de vuelo a la espalda (segunda viñeta de la página 4, por ejemplo) o en el forro interior a modo de bolsillo adicional (página 5).
El “Short Snorter” es algo más complejo de explicar. A ver: era una especie de “bono de camaradería” entre compañeros de armas dentro de las fuerzas aéreas. Cada vez que un piloto y/o auxiliar aparecía en una nueva escuadrilla o realizaba un vuelo largo (normalmente transoceánico), los componentes de ese vuelo o los componentes de la nueva escuadrilla firmaban un billete de banco para cada miembro que iba uniéndose con cinta adhesiva a los que ya pudiesen poseer formando un rollo que se guardaba.
Angel WingsCada vez que alguien se encontraba con un piloto con el que ya había coincidido en otro destino o viaje, le reclamaba enseñar el “Short Snorter” (el nombre que se le daba al rollo de billetes). En ese momento, todos los pilotos presentes debían enseñar el suyo. Si alguno no lo hacía (por no llevarlo encima o por resultar un completo novato), le tocaba pagar una ronda para todos los presentes. ¡Y en esa ronda reside el origen del nombre! Como la combinación de vuelo, altura y alcohol no se llevan nada bien, los pilotos sólo podían beber cafés, refrescos y lo que se llamaba “Short Snort”, es decir, un “trago corto”. Un pequeño chupito de alcohol. El “Short Snorter” se usaba también para dirimir conflictos de privilegio o veteranía, puesto que lo ganaría el que tuviese el “Short Snorter” más largo. Es un detalle muy poco conocido que sólo los más familiarizados con la Historia de la guerra aérea conocemos. ¡Por cierto! Grandes personajes como Eleanor Roosevelt o el mismísimo general Patton tenían sus “Short Snorter”.
Toca ahora hablar de “La joroba” (“The Hump”). Recomendaría para iniciarse en los entresijos de esta peligrosa ruta el leer el artículo de Theodore White “The Hump: The historic airway to China was created by U.S. heroes” publicado en la revista Life del 11 de Septiembre de 1944 –en cuyas fotos apostaría a que el autor se ha inspirado para las viñetas correspondientes-. Pero os haré un breve resumen: “La joroba” (“The Hump”) era el nombre que daban los pilotos aliados al límite oriental del Himalaya sobre el que debían volar los transportes militares desde la India y Pakistán hacia China para reaprovisionar tanto al ejército nacionalista chino como a las unidades británicas, francesas y estadounidenses basadas en China.
Se trataba de un vuelo muy peligroso debido fundamentalmente a la ausencia de mapas fiables, de comunicación por radio y el cambiante tiempo atmosférico (nevadas, bruscos cambios de altitud y vientos de hasta 320 Km/h que provocaban fuertes turbulencias). Y eso sin olvidarnos de los interceptores japoneses. Así y todo, pese a todas estas circunstancias adversas, este pasillo aéreo llegó a despachar cerca de 650.000 toneladas de material a China. Pero no sin grandes sacrificios.
La tasa de mortalidad entre los pilotos era anormalmente alta. Hasta el punto de que se llamaba oficiosamente a esta ruta “Aluminum Trail”, debido al característico brillo de los restos de los aparatos estrellados entre las montañas, que también está mencionado en el cómic, así como el monasterio budista del monte Jizu , al noroeste de Binchuan , en la provincia de Yunnan, en China, que nos permite ubicarnos perfectamente en cuanto a la ruta seguida.
Y vamos a cerrar el apartado de detalles históricos (aunque seguro que me dejo muchos en el tintero) hablando de dos personajes históricos que aparecen en el cómic: por una parte el General Thomas O. Hardin , un rudo tejano asignado el 21 de enero de 1944 como comandante en jefe de la división de transporte aéreo entre Burma, China e India. Perfectamente reconocible en la página 8. El otro personaje histórico es Eugenia Lincoln «Jinx» Falkenburg , una famosa actriz, nadadora y jugadora de tenis que fue una importante modelo de portada durante los años 30 y 40 del siglo pasado, una de las supermodelos mejor pagadas de su tiempo. También perfectamente recreada, hasta el punto de que veremos cómo el teniente Robbins Clower usa esta misma foto como amuleto. ¡Por cierto! ¿Queréis saber una curiosidad? Esta supermodelo de la época era española. ¡Sí, sí, española! Nacida en Barcelona el 21 de enero de 1919.
¿Y qué decir del aspecto formal de este volumen en cartoné de 48 páginas a todo color? Guión impecable que parece sacado de una película bélica de la época con pequeños modismos “yanquis” que ayudan a meterse en situación, mientras que el detallado y riguroso dibujo de Romain Hugault nos termina de sumergir en este poco conocido episodio regalándonos escenas de acción, camaradería, tensión y estudiada sensualidad. Los personajes, por otra parte, están vivos. Podemos sentir sus emociones a través de sus gestos, de sus expresiones, del color… ¿Y del diseño de los personajes? Increíble la fuerza y el carisma que emanan de la protagonista, Angela McCloud, que parece un cruce entre Elizabeth L. Gardner , piloto W.A.S.P. de un B-26), y Bettie Page.
Dos detalles más: no os perdáis la ficha técnica del P-40 que aparece en las portadas interiores, y los pequeños detalles históricos y agradecimientos de la página 2. Sólo os anticiparé que un auténtico piloto de los “Burma Banshees” le ha expresado al autor su agradecimiento por el rigor de la obra. ¿Qué mejor garantía que esa?
Imprescindible, estéticamente inmejorable y riguroso a más no poder. Fantástico. No puedo decir más.
Fuente: Fantasy World