Los juegos de rol de tablero vivieron su época dorada en los años 80, antes de la llegada de los ordenadores y las consolas. Pero nunca se han ido.
En 1982, Robert Wardhaugh era un adolescente apasionado de la fantasía épica. Como otros muchos jóvenes de la época se aficionó a los juegos de rol de la saga Dragones y Mazmorras, la gran precursora.
Ese año comenzó una partida con sus amigos… que aún no ha terminado. 40 años después la partida de Dragones y Mazmorras más larga de la historia continúa en el sótano de su casa. Ya no es un tímido adolescente, sino un respetado profesor de Historia de la Western University de Canadá.
Robert Wardhaugh se compró una casa con un sótano con las medidas necesarias para desplegar su partida de rol, que exige escenarios que ocupan varios metros cuadrados.
Como explica en su página web, a lo largo de su vida ha coleccionado más de 30.000 miniaturas, que ha pintado detalladamente a mano. Por eso no deja que nadie las toque durante la partida. Es él, que actúa como Dungeon Master o director del juego, el que las mueve sobre los decorados.
Un juego de rol clásico es una especie de obra de teatro interactiva en donde todas las decisiones y sus consecuencias dependen de los dados, y de las estadísticas de los personajes. El director del juego se va inventando la historia sobre la marcha y cambiándola a su gusto, así que la partida puede durar todo lo que se desee.
La muerte de los personajes es permanente: si un jugador pierde a todos sus personajes es eliminado, aunque lleve años jugando. A lo largo de los 40 años de partida han participado alrededor de 50 personas, y han muerto unos 500 personajes.
Algunos de sus amigos de la infancia aún siguen jugando la partida uno o dos días por semana. Manejan a los hijos o nietos de los personajes originales.
También se han ido incorporando jugadores más jóvenes, como es el caso de la propia hija de Robert Wardhaugh, que comenzó a jugar la partida con 6 años y ahora, 14 años después, aún sigue jugando.
En este vídeo de Wired podemos verlo en plena partida, y además nos muestra su impresionante colección de miniaturas:
Este veterano Amo del Calabozo utiliza sus propias reglas, que ha ido refinando con los años, a partir de las reglas originales de la Primera Edición de Dragones y Mazmorras.
Cuando le preguntan, lo tiene muy claro: juega para «mantenerse unido a su grupo de amigos». Y seguirá haciéndolo el resto de su vida, mientras tenga a alguien con quien jugar.
Parece una partida de Dragones y Mazmorras destinada a batir todos los récords…